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lunes, 9 de enero de 2012

¿Por qué no se cumplen los propósitos de año nuevo?

Hoy, día clave de la vuelta al trabajo, me he pasado por la interesante página "Menecesitas.com" y he encontrado este artículo sobre la explicación de por qué no se cumplen los propósitos, según investigadores profesionales. Espero que os sirva para superar los vuestros!!
Como cada comienzo de años nos proponemos metas, retos algunos sencillos, otros más complejos. Pero ¿cumplimos esos compromisos? en El 70% de los casos no. Esta es a la conclusión que han llegado psiquiatras del Hospital Virgen del Camino de Pamplona. Y fracasan por la incapacidad de realizar el esfuerzo que suponen esos objetivos y de asumir compromisos vitales.
Los doctores han explicado que la denominada “función ejecutiva” necesaria para llevar a cabo los objetivos personales es “extraordinariamente compleja” y depende de la parte más desarrollada del cerebro.
Se suele afirmar que las personas sólo utilizan un 10% de sus capacidades cerebrales, ha indicado Peralta, quien ha dicho que desconoce la proporción exacta, pero “lo seguro es que es una parte mínima” y ello incide en la mayoría de los casos en la imposibilidad de llevar adelante esos buenos propósitos personales.
“La buena noticia”, ha comentado el psiquiatra, “es que tenemos mucha capacidad de mejora”.
Respecto a las posibilidades de mejorar esta situación, ha subrayado que es “fundamental” incidir en la educación de los niños en el esfuerzo, en la necesidad de fijarse metas razonables, de poner en marcha sus propias capacidades y de conocerse a sí mismos, si es necesario con ayuda externa, de sus familiares, amigos o profesionales.
Esa educación en valores fundamentales, ha agregado, es especialmente necesaria en un momento en el que las familias hacen una “dejación” de sus responsabilidades y delegan sus funciones en las instituciones del Estado, porque es “muy cómodo” para ellas.
Peralta, quien ha asegurado que no es “muy optimista” respecto a esta situación, ha apuntado que la propia sociedad favorece la “des-responsabilización” de las personas y el problema del sistema educativo es ya “tremendo”.
El psiquiatra ha puesto el ejemplo de la nueva normativa de la Universidad de Sevilla, que permite a los alumnos terminar el examen después de que el docente les requise la “chuleta”, y ha destacado que es una medida “absolutamente ridícula”.
Por su parte, el psiquiatra del Hospital Virgen del Camino Alfredo Martínez ha señalado que esta imposibilidad de asumir esfuerzos y compromisos personales no es tanto un problema de enfermedad mental sino de salud mental.
Desde la “atalaya” de su consulta psiquiátrica, ha aseverado, observa a diario cómo se están “desvalorizando” los propósitos vitales auténticos por otros que “están tomados de los medios de comunicación”, como los clásicos de aprender inglés o adelgazar.
Martínez ha declarado que a su consulta acuden muchas personas que intentan que el psiquiatra les facilite la obtención de sus compromisos personales “con una receta” para no tener que hacer ese esfuerzo y en este sentido ha destacado que cada vez se están relegando más los valores del entrenamiento, la práctica y el hábito para lograr objetivos.
Además, ha indicado que está muy extendida en la sociedad una visión “muy determinista” de la estructura de la propia personalidad, el concepto del “yo no valgo” para lograr un objetivo que requiere algo de esfuerzo.
Martínez ha explicado que ese tipo de actitudes llevan en muchos casos a las personas a “ir por el camino del medio”, que suele ser “el camino de la mediocridad”, porque se opta por no asumir ningún compromiso personal y se acaba en muchos casos por caer en una depresión provocada por factores que serían “fácilmente prevenibles”.
El médico de atención primaria Óscar Lecea ha recomendado por ello “ser realistas” y plantearse objetivos alcanzables, porque compromisos personales como levantarse a las seis de la mañana para ir a correr son casi imposibles de mantener en el tiempo y su abandono acaba provocando mayor frustración.
Aunque Lecea se ha mostrado “optimista” respecto a la solución de este problema social, ha reconocido que cada vez se observa a más jóvenes con poca tolerancia a la frustración, lo que puede deberse a que “sobreprotegemos a los niños” y, “cuando tienen que volar solos”, encuentran dificultades para asumir sus responsabilidades.

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